Este es uno de los montajes más emblemáticos de la dictadura militar. La Operación Albania o Matanza de Corpus Christi fue un operativo de inteligencia que se inició a las 18:10 horas del día 15 de junio de 1987 y finalizó a las 5:20 del día siguiente, en Santiago. En esta acción doce militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) fueron asesinados por agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI), en particular, por integrantes de la División Antisubversiva Bernardo O’Higgins. Los hombres de bigote simularon fuertes enfrentamientos para encubrir la muerte de estas personas, entre ellas la de José Joaquín Valenzuela Levi, uno de los líderes del FPMR y cabecilla del atentado a Pinochet.
Tras el atentado del Frente Patriótico Manuel Rodríguez a Augusto Pinochet y su comitiva el 7 de septiembre de 1986, la historia de muchas personas cambió para siempre. Pocas horas después de la emboscada en el sector de Las Vertientes en el Cajón del Maipo, el general apareció en el noticiario de Televisión Nacional, 60 minutos, con su mano vendada, mostrando el Mercedes Benz blindado dañado y señalando una frase que quedaría grabada en la historia de Chile: “¡Esto prueba que el terrorismo es serio, que es más grave de lo que están hablando y que ya está bueno que los señores políticos se den cuenta que estamos en una guerra entre el marxismo y la democracia!”.
Sus palabras calaron hondo y sus acciones post atentado sellaron la vida de muchos. Se declaró Estado de Sitio en el país y de inmediato la Central Nacional de Informaciones, CNI, comenzó una desenfrenada búsqueda por encontrar a los culpables de la llamada Operación Siglo XX. La investigación se confundió con el temor, se sembró miedo asesinando horas después a personas que no tenían relación con el atentado y se acentuó la horrible relación entre la policía secreta del régimen y la sociedad civil.
Las Muertes
La operación tuvo dos requerimientos centrales: por un lado, privilegiar el asesinato de los rodriguistas por sobre su captura; por el otro, eliminar la mayor cantidad posible de oficiales o cuadros destacados del FPMR.
El primero de los caídos fue Ignacio Recaredo Valenzuela Pohorecky, asesinado a 30 metros de la casa de su madre, sin posibilidad de defenderse. Era oficial del FPMR y comandó el atentado contra el general Pinochet.
Patricio Ricardo Acosta Castro fue acribillado en la calle, sin siquiera pedirle la rendición. El capitán Zúñiga le disparó a siete metros de distancia, luego de que Acosta cae arrodillado, es rematado con una ráfaga de metralleta y un disparo en la cabeza. Era instructor de una escuela de cuadros del FPMR en Santiago.
El único enfrentamiento que ocurrió, en el transcurso de esta operación de inteligencia, se dio en la calle Varas Mena, en donde existía una casa de seguridad y un centro de instrucción. Allí se encontraba una docena de combatientes del FPMR. Al momento de llegar las fuerzas represivas, Juan Waldemar Henríquez y Wilson Henríquez Gallegos asumen la contención, permitiendo que una decena de rodriguistas escapen de la casa. El primero caerá herido en la misma casa y será rematado en ella, mientras que Henríquez Gallegos será capturado en el patio de una casa vecina y fusilado en ese mismo lugar.
Casi a la misma hora, en la Villa Olímpica, un centenar de agentes y uniformados rodearon el block donde arrendaba una pieza Julio Guerra Olivares, quien había participado como fusilero en la emboscada a Pinochet. Luego de ingresar al departamento, asesinaron a Guerra con una serie de disparos a corta distancia; dos de ellos en los ojos.
La operación finalizó en una casa de la calle Pedro Donoso. Allí fueron llevados siete militantes rodriguistas que habían sido previamente detenidos. Fueron trasladados desde el cuartel de calle Borgoño, para ser asesinados. El grupo estaba compuesto por José Joaquín Valenzuela Levi, Esther Cabrera Hinojosa, Ricardo Rivera Silva, Ricardo Silva Soto, Manuel Valencia Calderón, Elizabeth Escobar Mondaca y Patricia Quiroz Nilo. Los vecinos testimoniaron que todos los detenidos fueron introducidos a la casa con los pies descalzos, con los brazos atados detrás de la espalda y con la vista vendada. Una vez dentro de ella, todos fueron fusilados, mientras los agentes y uniformados que estaban en la calle disparaban al aire, para simular un enfrentamiento.
La operación pretendía ser demoledora, pero, inmediatamente, ya hacia el mediodía del 17 de junio, en algunas universidades los estudiantes salieron a rechazar estos asesinatos; lo mismo ocurriría en horas de la noche en algunas poblaciones. A partir de entonces, sobre estos hechos no solo se ha desarrollado un extenso proceso judicial que ha terminado de esclarecerlos, también se han escritos decenas de poemas, varios libros, pinturas e incluso algunas tesis universitarias, que han buscado preservar los nombres, los rostros, los pensamientos y acciones de estos doce jóvenes.
LISTADO DE ASESINADXS
Esther Cabrera Hinojosa
José Joaquín Valenzuela Levi
Wílsom Henriquez Gallegos
Patricia Angélica Quiroz Nilo
Juan Waldemar Henríquez Araya
Etizabeth Edelmíra Escobar Momdaca
Jutio Guerra Olivares
Ricardo Rivera Silva
Patricio Acosta Castro
Ricardo Silva Soto
Ignacio Valenzuela Pohorecky
Manuel Valencia Calderón
Dijeron que fueron enfrentamientos, pero las balas no mienten, a muchxs lxs amarraron y de rodillas los asesinaron a tiros. La CNI jamás reveló los antecedentes ni los nombres de los agentes de esta operación, tampoco fueron entregadas las armas y las pruebas que pudieran establecer las responsabilidades.
La violación a los derechos humanos existió, existe y seguirá existiendo en manos de aquellos que omiten y usufructúan del poder, indolentes, desmemoriados, y que además, protegen la identidad de los asesinos. Sin embargo la memoria vivirá en cada rincón de nuestras mentes y corazones, porque no hay olvido ni perdón, porque no existe la forma de volver a vivir la risa de nuestras mujeres, la pasión de sus luchas, y de volver a abrazar los brazos revolucionarios de quienes lucharon por encarar al tirano y asesino.
FOTOGRAFÍAS ESTÁTICAS
Recorro un diario
temblorosa, sangrante
y me encuentro con los ojos
que no me miran
Veo incrédula
que de sus bocas
no brotan las canciones pasadas
El lápiz se desespera
tarja la palabra muerte
y el poema
estalla en mil pedazos.
Por: Sandra Trafilaf.
*El poema está dedicado a Elizabeth Escobar y Manuel Valencia, y fue publicado mientras su autora estaba encarcelada.
RECORTES DE PRENSA
Fuentes: http://revistadefrente.cl
Operación Albania… Sangre de Corpus Christi (Libro)
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